Fin de semana acabando de re-re-re-releer Libro Cero.
Cuando uno lee las galeradas —que ya no son galeradas porque eso suena a los linotipistas, que ya no son los ferros porque no tienen ese olor a amoniaco con que entintaban el papel para depositarlo sobre la plancha, que no llamo ferros digitales porque son una prueba impresa de un frío pero útil PDF—, cuando uno lee, mira, pasa, ojea y hojea, esos papeles impresos y cortados al tamaño que van a tener dentro de la tapa dura, cuando se entretiene en esa temerosa labor de cuenta atrás y empiezan a surgir fantasmas llamados erratas, llamados creo que este verso lo tenía yo escrito de otra manera, llamados las dos formas me gustan, llamados si corto aquí el verso imprimo este ritmo si lo corto aquí este otro, llamados he reescrito este poema durante ocho años y al final cuando abro la libreta gastada por el uso ha vuelto a su forma primera, llamado se entenderá la unidad de las tres partes, llamado en la piscina de unos amigos le he vuelto a cambiar el título por el del borrador primero, llamado debería publicar un libro de versiones de esta primera parte, llamado…
Cuando uno lee la prueba final con la que se editarán equis —tengo que preguntar qué tirada hacen— ejemplares, en todo caso muchos como para borrarlos de la faz de la tierra si me equivoco, cuando estás en esta tesitura violenta, nerviosa, y a la vez bastante tonta, entonces sabe que está jugando un juego que no tiene más sentido que cualquier otro en el que eres neófito, y que aunque no sepa qué significa el tiempo, o qué tiene que pasar para que en el fútbol sea penalti, es mejor que le pegues una patada al libro y lo mandes como buenamente puedas contra la portería.
6 comentarios:
CODA, de Augusto Monterroso
Los libros tienen sus propios hados. Los libros tienen su propio destino. Una vez escrito –y mejor si publicado, pero aun esto no es imprescindible– nadie sabe qué va a ocurrir con tu libro. Puedes alegrarte, puedes quejarte o puedes resignarte. Lo mismo da: el libro correrá su propia suerte y va a prosperar o a ser olvidado, o ambas cosas, cada una a su tiempo.
No importa lo que hagas por él o con él.
Puede quedarse escondido o escrito en cifra en un desván y ser descubierto ciento treinta y dos años más tarde; estar en todas las vitrinas y en manos y en bocas de todos y pasar al olvido inmediatamente después de tu muerte, cuando para la gente seas apenas un nombre o un fantasma, o ni tan sólo un fantasma; cuando hayas desaparecido y ya ninguno te tema o espere favores de ti; o ya seas simpático y tu famoso ingenio no haga reír a más nadie, porque nadie estará ahí para reírse, ni contigo y ni siquiera de ti.
...llamado "me pasé cortando versos y ahora ni reconozco el poema"... llamado "debería replantearme el título"... ¿No funciona? Yo ya sabes, por si acaso... Mucha suerte y miles de sonrisas.
nadie puede
nadie puede nadie puede
empezar desde cero....
yo no puedo
yo no puedo yo no puedo
darle más vueltas al título
cero en el primer número
para los hindúes
una vuelta a empezar
el círculo continuo que es
inexistencia y eternidad
y sobre todo
la nada el hueco
sobre el que planea el poema
y además que es que ese es su título:
está en imprenta
Solo se empieza de cero una vez.
Respiras.
Y todo termina.
There is no end, but addition: the trailing
Consequence of further days and hours
T.S. ELIOT: The Dry Salvages
Hola S., así comenzaba la sección anterior, Poemas Finales, que cerraba el primer ciclo de poemas.
Este Libro Cero lo es por la "terca reiteración de dos o tres obsesiones" de la que habla Paz, por esa sensación de que escribimos un único poema. Así cada libro es el cero hindú, es siempre principio sin acabar de empezar.
S., al principio me dio un soplo en el corazón, pensé que eras el personaje de mi novela… ¿no eres tu verdad?
Solo soy un fantasma que de vez en cuando revolotea por aqui,y me alegró tanto ver la noticia del futuro Libro Cero que no pude resistir....¿Un personaje de tu novela? Eso me suena a las "nivolas" de Unamuno.Pero yo no vengo a pedir nada...
¿Y cómo va esa novela?
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