14 marzo, 2008

Da2, Bombay Saphire Design Exhibition


En la foto de izquierda a derecha: Isabel Bernardo (Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Salamanca), Juan Antonio Hernández (Dtor. Gerente de Artes Gráficas Globalia), Juan Ramón Martín (Profesor Universidad Pontificia de Salamanca), yo mismo (Dtor. de A.F. diseño y comunicación) y Juan Llorens (Gerente de Juan Llorens Comunicación).

La Fundación Bombay Saphire nos invita a participar como ponentes en el encuentro que, alrededor de la figura de Javier Marical, desarrolla unas jornadas relcionadas con el mundo del diseño en sus diferentes ámbitos.

Aquí incluyo algunos fragmentos de mi ponencia en la mesa redonda "El lenguaje como marca de identidad":

La palabra es un elemento generador. El hombre al convertir en palabras su percepción comenzó a comprender, a figurar. Dar forma a las cosas es entenderlas y no al revés, no se entiende para luego poder crear.


El hombre se expresa a través del lenguaje, es la única forma que tiene de alcanzar el mundo, de palpar la realidad.


Sentir es entender, o al menos intentar entender: materializar la sensación, hacerla tangible con su recuerdo, con su recreación.

Toda palabra es creación. El habla requiere de conocimientos previos complejísimos. La única diferencia está en el uso, en el ámbito, del lenguaje de cada conversación. No hablo de su sentido connotativo y denotativo, sino del hecho mismo de que cada palabra, cada idea, es una representación de la realidad.



Enfrentarse a una imagen de marca requiere de un primer encuentro, de una asimilación de conceptos y de un ir habituándose, ir haciendo cotidiano lo extraño.
Toda representación es simbólica en cuanto que es eso, “representación” de la realidad, copia. Por eso los hombres tendemos a la esquematización, al ordenamiento de la realidad y su concreción. Para poder asimilar esas corrientes ingentes de información que ha arrasado el último siglo. Por eso esa esquematización que siempre fue verbal hoy se ha convertido en gráfica.


Y eso es —o a eso debe tender—, una imagen de marca. Una representación simbólica que acapare, que reúna en un punto.
Necesitamos símbolos, esquemas, formas de representación de la realidad que simplifiquen y nos resuman un largo discurso en una imagen, en una fórmula.


El ser humano —un ente frágil con demasiados estímulos que percibir—, necesita focalizar para prestar atención, para entender, para asimilar porciones de realidad cuyos valores, sentido, historia o labor se concreta en una representación.
No entendemos la realidad, o tal vez no existe, pero buscamos analgésicos, troncos a los que asirnos, símbolos que nos hagan pensar lo contrario.