Fragmento del cuadro que terminé a principios de enero.
El nombre no se ha borrado, tu cara sí; se mezcla con otras caras, deformándose. No sé si todo es parte de la tortura, ya no distingo. No sé si él te dará esta carta. No sé si es amigo o miente.
Hubiera querido abrazarte, pero me muero. Queda poco tiempo.
He visto el tren, los he visto dentro, muchas veces, esperándote; y tú sin saberlo. Otras veces lo sabías, y huías a tiempo, o lo han inventado para que les diga dónde estás.
Tengo que evitar que subas a ese tren, porque te va a llevar a la muerte. Otras veces estás ya muerto, como yo. Otras me hablas y sonríes, y dices cosas que nunca habías dicho, y que me quieres. Yo hubiera querido quererte, pero no pude.
A veces sueño que seguimos allí, y que el tiempo es nuestro, y que tu boca recorre mi cuerpo desnudo. Y entonces, mis hijos nos ven abrazados, desnudos, pero ya no son mis hijos, son los hijos de ella, no los conozco, no conozco a nadie.
¿Recuerdas? La libertad viaja contigo en ese tren. Si te encuentran te matarán, y la ciudad seguirá creciendo sin salidas para nadie. Sólo tú puedes enseñarles a mis hijos a andar ese camino. Hazlo, y así sabré que me has perdonado.
Max
de En la ciudad sin límites