16 junio, 2011

Presentación de "Por eso escribo, por eso" de Josefa Sánchez Sousa

Un sueño. Las cosas comienzan en un momento dado, van hacia los extremos, se desdibujan. Por eso no recuerdo cuando conocí a Pepita. Qué día primero vino a la tertulia hace más de quince años.
Hay en literatura, no saltos generacionales, sino encuentros y actitudes. Ella, que venía de una poesía tradicional tenía actitudes contemporáneas, las tiene porque busca en las intersecciones las palabras sin miedo a perder o a profanarlas: sabe que la vida es un único intento.
Ella, con su humildad, nos enseña a todos los que escribimos que siempre sabemos demasiado poco y que el resultado de lo escrito no depende de los conocimientos sino del valor para dar el salto.
Por eso ella, tú, Pepita, escribes desde la literatura en donde otros escriben desde la impostación, desde la necesidad de querer ser. Tú escribes desde la necesidad de expresar sobre el papel, de fijar el dolor y la alegría.
Comencé a pensar en ti como una verdadera escritora, a entender que más allá de los juegos verbales eres escritora, a partir del proyecto de tu abecedario: escribías un relato con cada una de las letras, formados por palabras llenas de esa sonoridad. Tú dices que yo te di la idea a partir de la ñ, yo no lo recuerdo, pero escribías y no era un divertimento: más allá del juego querías construir, tenías un proyecto que iba más allá de ti y tu naturaleza. Esto parece anecdótico pero no lo es, es parte de tu actitud y tu carácter frente a la literatura, significa que cuidas y defiendes aquello en lo que crees. 
Crees además en otras cosas, y las defiendes con convicción: hablo de las palabras y su uso, hablo de tu pintura, hablo de tu trabajo como modista durante tantísimos años, hablo de Margarita, de Teresa, de Maruchi, de tus recuerdos de los tres años, de la seguridad con que cada jueves has caminado hasta el Ateneo para compartir tus palabras… del año extraño en que una tertulia de quince o veinte personas se vio reducida (por final de estudios, por vuelta al país, por situaciones familiares) a casi tres personas: Luis Mundaca, tú y yo, que nos reunimos con la misma convicción durante ese año extraño. Hablo de las palabras tuyas a través de los años, robadas al tiempo, a los fogones, a la noche sobre el ruido de la tele o nada más despertar: poemas, cuentos, aforismos, pensamientos, los juegos verbales que nos sostienen sobre la nada.
Los sueños son un ejercicio de la memoria, un ejercicio de realidad para saber ser de este otro lado, sea lo que sea lo que eso significa, y Pepita, Josefa Sánchez Sousa, cerca de cumplir noventa años, sabe como yo que la realidad está a uno de estos dos lados, aunque quién sabe en cual. Lo importante es que del otro lado en el que hemos caído intentamos ordenar ese sueño con las palabras y con el cariño, que son, al fin y al cabo, las dos grandes ilusiones de este sueño o de esta vigilia.

Libro desarrollado por la Asociación Cultural PentaDrama y editado por Luso-Española de Editores.
Podréis encontrarlo en las librerías: Cervantes, Hidrya y Víctor Jara. 

01 junio, 2011

Alfonso Reyes: Cuestiones gongorinas, 60


He encontrado la nota en una libreta de 2001, una cita de Alfonso Reyes que siempre repito de memoria y ahora he comprendido que, como cualquier imagen, como el recuerdo de una habitación o de una cara, ha crecido o menguado, se ha metamorfoseado. Se la he dicho a amigos de los dos continentes y ahora veo como ha ido variando con los años.
Esta es la frase que repito de memoria a mis amigos:
Es lo malo de los libros que no se publican: que se le va a uno la vida en reescribirlos. 
Y esta es la cita original:
Esto es lo malo de no hacer imprimir las obras: que se va la vida en rehacerlas.
Al buscarla exactamente en internet veo y recuerdo que la saqué de las Discusiones de Borges. Si es así la encontré a principios de 1995, cuando leí en Irlanda los cinco tomos de Borges en la edición de Círculo de Lectores. Eso suma dieciséis años. Me llama la atención cómo la frase ha venido a transformarse en el español peninsular, sí, pero también a mi tono de expresión, a una forma propia de decir las cosas. La memoria es una traidora comodona que nos ayuda en todo: borra los estambres del dolor, redibuja la forma más hermosa para hacer la vida más llevadera.
Más allá de esta meditación acerca del tiempo la nota sirve, con su traducción, para muchos amigos a los que animo y a veces he obligado a publicar.