Para la música, […] del sonido interesan todos y cada uno de los formantes posibles, de tal manera que el arte consiste, muchas veces y principalmente, en su búsqueda y hallazgo. Al mismo tiempo, el continuo sonoro de la música se establece mediante la aplicación de estructuras múltiples, virtualmente infinitas. Pues, aunque a lo largo de los siglos se han establecido estructuras compositivas, lo cierto es que, precisamente, por interesar a la música la materia sonora en cuanto tal materia y no por un significado como en el lenguaje, el número diferenciado de sonidos y las posibilidades de combinación de éstos en el tiempo, con objeto de producir la música, son infinitas.
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Una partitura no es música mientras no la lleva al aire un intérprete. Pero éste no encuentra en la partitura, ni mucho menos, la totalidad de la información que necesita para llevar al aire la música. El resultado final de los sonidos musicales escritos en una partitura leída o aprendida por un intérprete va a depender, también, de la cualidad y perfección del instrumento, ya sea éste artificial o vocal, y, sobre todo, del oficio, de la habilidad, de los arquetipos forjados durante sus años de formación y experiencia, en definitiva, estará ligado a su condición de artista de quien pone en el aire los sonidos.
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Una partitura no es música mientras no la lleva al aire un intérprete. Pero éste no encuentra en la partitura, ni mucho menos, la totalidad de la información que necesita para llevar al aire la música. El resultado final de los sonidos musicales escritos en una partitura leída o aprendida por un intérprete va a depender, también, de la cualidad y perfección del instrumento, ya sea éste artificial o vocal, y, sobre todo, del oficio, de la habilidad, de los arquetipos forjados durante sus años de formación y experiencia, en definitiva, estará ligado a su condición de artista de quien pone en el aire los sonidos.
Ismael Fernández De La Cuesta